Una lectora nada común, Alan Bennett
1. Una
lectora nada común (2007):
- Según Nicholas Lezard en The Guardian: “It’s about
literature, the ultimate democracy” [Es sobre literatura,
la suprema democracia]
- Género: novella
satírica
- Título:
tomado de Virginia Woolf (quien a su vez lo toma de Dr. Johnson, A Common Reader: defensa del lector
común, alejado de los dogmatismos y prejuicios literarios y guiados por su
sentido común)
- Tema:
proceso de transformación y cambio mediante la lectura
desarrollo de un pensamiento
crítico e independiente
empatía con el ser humano
mayor que la máquina fría de un gobierno democrático
recorrido por la
Historia de la Literatura (Canon occidental): inglesa (Tristam Shandy, Dr.
Johnson, Pepys, Dickens, Jane Austen, Thomas Hardy, Thackeray, hemanas Brontë,
G. Eliot, V. Woolf, Lewis Carroll, Forster, Larkin, Ivy Compton-Burnett, Nancy
Mitford, Anita Brookner, Joanna Trollope, A. Byatt, Ian McEwan, Dylan Thomas,
Vikram Seth, Salman Rushdie, Ishiguro, Ted Hughes, Sylvia Plath, Emily
Dickinson, Nabokov, Philip Roth, Isherwood, Becket, Mary Renault, Turguénev,
Dostoyevski, Balzac, Proust, Genet, Alice Munro.
- Personajes: La Reina de Inglaterra
¿constructo constitucional?
Norman y Sir Kevin
2. Citas del libro sobre libros y evolución de la
reina:
- pág. 25: Aleccionar es sucinto, concreto y pertinente. Leer es desordenado,
disperso y siempre incitante. El aleccionamiento cierra el tema, la lectura lo
abre.
- pág. 32: Los libros no hablan de pasar el tiempo. Hablan de otras vidas,
otros mundos. En vez de querer que pase el tiempo, Sir Kevin, ojalá
dispusiéramos de más.
- pág. 33: Creo que leo – le dijo a Norman – porque tenemos el deber de
descubrir cómo es la gente.
- pág. 33: El atractivo, pensó, estaba en su indiferencia: había algo
inaplazable en la literatura. A los libros no les importaba quién los leía o si
alguien los leía o no. Todos los lectores eran iguales, ella incluida. La
literatura, pensó, es una mancomunidad, las letras, una república.
- pág. 34: De niña, una de las grandes emociones había sido la Noche de la
Victoria, cuando ella y su hermana se escaparon por las puertas de palacio y se
mezclaron de incógnito con la multitud. Le parecía que en leer había algo de
esto. Era un acto anónimo; era compartido; era común. Y ella, que había llevado
una vida distinta de la los demás, descubrió que ansiaba aquello. Allí, entre
aquellas páginas y entre aquellas tapas, estaba de incógnito.
- pág. 101: Volvió a encender la luz, tomó su libreta y escribió: “No pones
la vida en los libros. La encuentras en ellos”.
- pág. 114: Además los libros, como sin duda sabe, no suelen inducir a la
acción. Los libros, por lo general, sólo nos confirman lo que, quizá
involuntariamente, ya hemos decidido hacer. Leemos un libro para que nos
confirme nuestras convicciones. Un libro, por así decirlo, cierra el libro.
- pág. 49: método de
lectura
- pág. 75: la novela
3. Textos sobre libros:
- Ray Bradbury, Fahrenheit 451
La
mayoría de nosotros no podemos andar corriendo por ahí, hablando con todo el
mundo, ni conocer todas las ciudades del mundo, pues carecemos de tiempo, de
dinero o de amigos. Lo que usted anda buscando, Montag, está en el mundo, pero
el único medio para que una persona corriente vea el noventa y nueve por ciento
de ello está en un libro.
- Antonio
Muñoz Molina, La disciplina de la imaginación
La literatura, pues, no es aquel catálogo
abrumador y soporífero de fechas y nombres con que nos laceraba aquel profesor
del que hablé antes, sino un tesoro infinito de sensaciones, de experiencias y
vidas que están a nuestra disposición igual que lo estaban a la de Adán y Eva
la frutas de los árboles del Paraíso. Gracias a los libros nuestro espíritu
puede romper los límites del espacio y del tiempo, de manera que podemos vivir
al mismos tiempo en nuestra propia habitación y en las playas de Troya, en las
calles de Nueva York, en las llanuras heladas del Polo Norte, y podemos conocer
a amigos tan fieles y tan íntimos como los que no siempre tenemos a nuestro
lado pero que vivieron hace cincuenta años o veinticinco siglos. La literatura
nos enseña a mirar dentro de nosotros y mucho más lejos del alcance de nuestra
mirada. Es una ventana y también un espejo. Quiero decir: es necesaria. Algunos
puritanos la consideran un lujo. En todo caso es un lujo de primera necesidad.
- Dolores Rico Oliver, ¿Qué
es la lectura? ¿Cómo leer un libro?
La
lectura es un ejercicio dinámico, en contraste con los medios audiovisuales que
tienden a pasivizar. En ella se pone en juego la inteligencia, la sensibilidad
y la imaginación. También despierta la curiosidad intelectual o científica, y
abre caminos a la experiencia y a la exploración. Es también un ejercicio
progresivo, nunca regresivo o estático. Cuando se comienza un libro, se quiere
llegar al final y, al terminarlo, apetece leer otro y se desea que el siguiente
sea mejor que el anterior. Esta progresión desarrolla la capacidad intelectual,
nos prepara paulatinamente para recibir más y con más calidad y se van
despejando por sí solas las dificultades que pueda entrañar.
A través de libro se desarrolla también algo
tan importante como la creatividad, y al hablar de creatividad no nos referimos
a la creatividad artística, sino vital, sin olvidar que la creatividad es una
característica fundamental del hombre: crear su propia individualidad y su
propia vida. Nuestra época ha traído consigo un nuevo tipo de sociedad. Han
influido en su nacimiento numerosos factores, muy especialmente el desarrollo
demográfico de la humanidad y, con él, la urbanización acelerada de la
población, el abandono del campo, el turismo, la publicidad y los medios
audiovisuales. Todo ello unido, ha dado lugar a la sociedad de masas.
Contemplándola podemos recordar a Baudelaire
para repetir con él: “También hay gentes que no pueden divertirse más que en
rebaño. El verdadero héroe se divierte solo”. Rosa Chacel hace una interesante
reflexión sobre la individualidad de los seres humanos cuando dice: “Lo único
que es igual en todos los hombres es su ser único”. El ejercicio personal de la
lectura […] permite el desarrollo del carácter “único” de cada ser que va
desarrollando su propio pensar, que se ejercita en el juicio y desarrolla su
sentido crítico capacitándolo para la elección.
- Jane Goodall, Premio Príncipe de Asturias de Investigación
2003, Gracias a la vida
De niña no me gustaba ir a la escuela. Soñaba con
la naturaleza, con los animales y con la magia de lugares salvajes y remotos.
Nuestra casa estaba llena de estanterías repletas de libros, de arriba abajo.
Cuando el tiempo era húmedo y frío, solía acurrucarme en un sillón junto al
fuego para perderme en otros mundos. Mis libros favoritos de esa época eran La
historia del doctor Dolittle, El libro
de la selva y los maravillosos libros de Tarzán, de Edgar
Rice Burroughs. También me gustó El viento de los sauces y aún recuerdo la hermosa y mística
experiencia de Ratty y Mole al encontrar aquel bebé nutria que se había perdido
acurrucado entre los pies hendidos de Pan, el dios de la selva. Y me encantó
otro libro, At the Back of the North Wind, una historia llena de moralina victoriana que
para los niños de hoy en día no tendría ningún sentido. El Pequeño Diamond, el
niño-héroe, dormía en un henil encima del caballo de tiro Grand Diamond, del
que dependía la familia, que era pobre, para sobrevivir. El viento gélido del
norte sopló en aquel desván del Pequeño Diamond transformándose en una hermosa
dama, ora pequeña como una campanilla, ora alta como un olmo. Y ella lo llevaba
a recorrer mundo, resguardado en aquel apacible rincón detrás del viento,
acurrucado en el nido que había formado con sus espléndidos y abundantes
cabellos. Era mágico, místico ...
- Robert
Musil (1880-1942), Las tribulaciones del estudiante Törless
A veces solían perdérsele los pensamientos en una crepuscular atmósfera de
melancolía. Le pasaba eso cuando pensaba en el secreto culto que él ligaba a
los textos originales de los escritos que tenía ante sí, en el milagro que de
ellos emanaba y que había apresado millares y millares de seres humanos que a
él, a causa de la gran distancia a que se hallaba, le parecían como hermanos,
siendo así que despreciaba a los hombres con los que estaba en contacto directo
y a los que veía en todos sus detalles. En esos momentos se ponía melancólico.
Le abatía pensar que su vida estaba condenada a transcurrir lejos de las
fuentes de las fuerzas sagradas, que sus empeños estaban tal vez condenados a
paralizarse por lo desfavorable de su posición. Pero, cuando, afligido, pasaba
un rato leyendo sus libros, quedaba singularmente tranquilizado. Verdad es que
la melancolía no perdía nada de su peso; por el contrario, la tristeza se
acentuaba, pero ya no le oprimía. Se sentía entonces como abandonado y en un
lugar perdido; pero en ese doloroso sentir había un sutil placer, un orgullo,
el sentimiento de hacer algo singular, de servir a una divinidad no
comprendida. Y en tales momentos, quizá pudiera descubrirse en sus ojos un
pasajero destello, que recordaba el desvarío del éxtasis religioso.
- Bohumil Hrabal, Una soledad demasiado ruidosa
“ .... porque yo, cuando leo, de
hecho no leo, sino que tomo una frase bella en el pico y la chupo como un caramelo,
la sorbo como una copita de licor, la
saboreo hasta que, como el alcohol, se disuelve en mí, la saboreo durante tanto
tiempo que acaba no sólo penetrando mi cerebro y mi corazón, sino que circula
por mis venas hasta las raíces mismas de los vasos sanguíneos”.
“ ... y por eso todos los inquisidores del mundo queman los libros en vano,
porque cuando un libro comunica algo válido, su ritmo silencioso persiste
incluso mientras lo devoran las llamas, y es que un verdadero libro siempre
indica algún camino nuevo que conduce más allá de sí mismo”.
“ ... yo, cuando me sumerjo en
la lectura, estoy en otra parte, dentro del texto, me despierto sorprendido y reconozco
con culpa que efectivamente vuelvo de un sueño, del más bello de los mundos,
del corazón mismo de la verdad.”
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