31 de marzo 2016
S. Alexievich en Kabul,
Afghanistán 1988
1. Svetlana Alexievich (Ucrania,
1948): Premio Nóbel de Literatura
2015. Periodista, muy crítica con el gobierno ruso actual (guerra de
Afganistán, Chernóbil, la década postsoviética de los 90), vivía en Minsk,
capital de Bielorrusia, cuando sucedió la catástrofe. Empezó a visitar las
zonas afectadas inmediatamente después de la misma y ello le llevó a enfermar. Durante
10 años entrevistó a víctimas, trabajadores de la central, habitantes de la
zona evacuados y testigos y con estos materiales escribió Voces de Chernóbil.
Sara Danius, secretaria permanente de la Academia que concede el Premio
Nóbel dijo al anunciar su concesión a Alexievich que ella ha creado un género
literario nuevo: “una historia de la emociones”, “una historia del alma”. Su
trabajo es descrito en publicaciones como Paris
Review como “historia oral por excavación”: su método consiste en
entrevistar a una de las víctimas y dejar que ella se vaya desprendiendo de los
recuerdos colectivos o de lo que ha leído en los periódicos hasta que,
desprovista ya de lo público, exprese sus emociones y recuerdos más personales.
Este método o tipo de
memorias fue utilizado por:
-
Sofía
Fedorchenko, enfermera que participó en la 1ª Guerra Mundial y contó la
experiencias de los soldados
-
Ales
Adamovich que creó una historia oral del sitio de Leningrado
2. Otras obras suyas son:
- 1985: La guerra no tiene rostro de mujer (У войны не женское лицо). En español: Debate, 2015.
- 1985: Los últimos testigos. Cien relatos
nada infantiles (Последние свидетели (сто недетских рассказов)). En español aparecerá en 2017, bajo el sello
Debate.
- 1990: Los chicos de cinc (Цинковые мальчики). En español aparecerá
en 2016, bajo el sello Debate.
- 1994: Fascinados por la muerte (Зачарованные смертью). No traducido al español.
- 1997: Voces de
Chernóbyl. Crónica del futuro (Чернобыльская молитва: Хроника
будущего). En español: Casiopea, 2002; Siglo XXI, 2006;
Debolsillo, 2015; y Debate, 2015.
- 2013: El fin del "Homo
sovieticus" (Время секонд хэнд). En español: Acantilado, 2015 (traducción de Jorge Ferrer).
3. Voces de
Chernóbil:
- publicada en 1997 y traducida a numerosos idiomas,
- género: periodismo literario, basado en hechos reales – explosiones en
cadena que destruyen un reactor en Chernóbil el 26 de abril de 1986 con la
consiguiente pérdida de radiación que se extendió por amplias zonas de
Bielorrusia,
- forma: tragedia griega compuesta de monólogos y coro. Los protagonistas
son las víctimas y el pueblo bielorruso. Sentimiento de fatalismo. El fatum viene propiciado por la actitud
cobarde y mentirosa de las autoridades, el partido comunista y el gobierno que
sustituyen a los dioses caprichosos e injustos de las tragedias clásicas,
- fuentes: declaraciones de las víctimas en los periódicos de la época y de
testigos presenciales de la tragedia y sus consecuencias, entrevistas
personales de los mismos,
- el tema está tratado desde el
punto de vista sicológico de las víctimas: lo que sintieron, las consecuencias
que la catástrofe tuvo y tendrá en sus vidas y en el futuro, la pérdida de los
seres queridos y de los hogares, los duelos no resueltos, el sentimiento de orfandad,
vacío y abandono por parte de autoridades y responsables, la falta de confianza
en los políticos y en futuro del país, los mecanismos de supervivencia,
- estilo realista que no ahorra descripciones durísimas de la catástrofe.
4. Algunos ejemplos de periodistas literarios:
- George Orwell (Homenaje
a Cataluña), Kapuscinski, Truman
Capote (A sangre fría), Joan Didion,
T. Wolfe, Norman Mailer,
- En España: Azorín, D’Ors, Gómez de la Serna, Julio
Camba, Haro Tecglen, Francisco Umbral, Vázquez Montalbán, Manuel Vicent,
Almudena Grandes, Javier Cercas, Rosa Montero, Pérez Reverte.
5. Artículos de prensa:
ABC 08/10/2015
Svetlana
Alexievich (Frankivsk, 1948) ha sido galardonada con el Premio Nóbel de
Literatura 2015, según ha anunciado Sara
Danius, secretaria permanente de la Academia
Sueca, en Estocolmo.
La Academia ha asegurado que el jurado ha
decidido otorgar el galardón a la autora bielorrusa por su «obra polifónica»,
que le hace un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo. «Es
maravilloso recibir este premio», dijo Alexievich en una primera
reacción al canal
sueco SVT. La autora añadió que se sentía orgullosa de estar ahora en una
lista de escritores a la que pertenece Boris Pasternak, a quien en su momento
las autoridades soviéticas le impidieron recoger el Nóbel de Literatura. La
bielorrusa es la decimocuarta mujer en ser distinguida con galardón de la Academia
Sueca, dotado con 8 millones de coronas suecas (algo más de 860.000
euros) y que será entregado el 10 de diciembre en Estocolmo.
Alexievich es una maestra del reportaje
literario, género con el que relata con toda su crudeza el fracaso de
la utopía soviética. Como si fuera una arqueóloga, Alexievich se sumerge con la
ayuda de cientos de entrevistas en los acontecimientos más traumáticos que han
marcado la vida del «homo sovieticus», como la Segunda Guerra
Mundial, la Guerra de Afganistán, la catástrofe de Chernóbil y la
desintegración de la URSS. De hecho, en noviembre Debate publicará
en España «La guerra no tiene rostro de mujer», estremecedor relato, conformado
como crónica periodística a través de las voces de sus protagonistas, de la
experiencia de las mujeres que combatieron en la Segunda Guerra Mundial.
Problemas con
Putin
La autora bielorrusa no se queda anclada en el
pasado, sino que documenta de manera muy crítica el derrotero que han tomado
desde 1991 países como Rusia, a cuyo presidente, Vladimir Putin,
acusa de llevar a su país al medievo con su «culto a la fuerza». De padre
bielorrusa y de madre ucraniana, Alexievich nació el 31 de mayo de 1948 en el
oeste de Ucrania, aunque posteriormente su familia emigró a la vecina
Bielorrusia.
Trabajó como profesora de historia y de lengua
alemana, aunque pronto optó por dedicarse a su verdadera pasión, el reportaje,
y, de hecho, en 1972 se licenció en la Facultad de Periodismo de Minsk y
ejerció como redactora en varios diarios de su país. Su primer libro, el
mencionado «La guerra no tiene rostro de mujer» (1983) - hasta ahora inédito en
España -, le costó un varapalo de las autoridades soviéticas,
que le acusaron de naturalismo y pacifismo, duras críticas en esos tiempos que
impidieron su publicación.
Víctimas y
testigos
Aunque ingresó en 1984 en la Unión de Escritores
de la Unión Soviética, no pudo publicar hasta la llegada de la Perestroika en
1985 el primer libro de su ciclo «El hombre rojo. La voz de la utopía».
Traducida a más de veinte idiomas, el libro narra el inconmensurable coste de
la victoria sobre la Alemania nazi en la Gran Guerra Patria
(1941-45), como se conoce en esa zona del mundo, la Segunda Guerra Mundial.
Aunque la mayoría de los soldados soviéticos
fueron hombres - cerca de un millón de mujeres sirvieron en el Ejército Rojo -,
las mujeres sufrieron tanto en el frente de batalla como en la retaguardia como
madres, hijas y hermanas. Ese mismo año se publicó también «Últimos testigos»,
relatos que fueron muy alabados por la crítica como precursores de la «nueva
prosa bélica» y que recoge las voces de aquellos que vivieron de niños
(6-12 años) la contienda.
Chernóbil
La Guerra de Afganistán,
acontecimiento que precipitó la desintegración soviética, es el protagonista de
«Los chicos del zinc» (1989), pero desde el punto de vista de los veteranos y
de las madres de los caídas en el país centroasiático. Para escribir esa obra,
Alexievich dedicó cuatro años a viajar por la Unión Soviética e incluso visitó
Afganistán, pero su publicación estuvo rodeada por la controversia, ya que la
escritora fue acusada de profanar la memoria de los héroes de la guerra.
Una vez consumada la caída de la URSS,
Alexievich dio una nueva vuelta de tuerca en su investigación sobre el fracaso
de la utopía comunista con «Hechizados por la muerte», un
reportaje literario sobre el suicidio de aquellos que no soportaron el fracaso
del mito socialista (1994). «Voces de
Chernóbil», publicado a principios de este año en España, documenta las
vivencias orales sobre el trauma que supuso la mayor catástrofe nuclear
de la historia de la humanidad (1986) y que puso de manifiesto la amenaza que
el fallido proyecto soviético representaba para el resto del mundo.
El «homo
sovieticus»
Alexievich cerró el ciclo sobre
el «homo sovieticus» con «Tiempo de segunda mano», publicada
en 2013, un año en el que sonó como una de las favoritas al Nóbel (ese mismo
año logró el Premio de la Paz que otorga el gremio de libreros alemanes). En su
opinión, el título de ese libro alude a que los soviéticos viven de prestado,
ya que no estaban preparados ni para la Revolución Bolchevique,
ni para la Perestroika, ni para la pesada carga de libertad
que trajo la caída del sistema comunista.
«El homo
sovieticus nunca ha tenido experiencia de libertad o democracia. Creímos
que nada más derribar la estatua de (el fundador del KGB, Félix) Dzherzhinski,
seríamos Europa. La democracia es un trabajo duro que lleva generaciones», dijo
entonces. La escritora rememora el viejo debate entre Alexandr
Solzhenitsin -«el campo de trabajo hace al hombre más fuerte»- y
Varlam Shalámov, quien opinaba que «el campo destruye al hombre, ya que al
salir ya no puede seguir viviendo, pues cree que el mundo entero es un GULAG».
Los interlocutores de Alexievich están atenazados
por un profundo «sentido derrotista», no tanto por la decepción que supuso la
caída de la Unión Soviética, sino por el fin de un gran
imperio. Comparada a menudo con Solzhenitsin y con el polaco Ryszard
Kapuscinski, la bielorrusa, autora de tres piezas teatrales y de 21 guiones
para cine, prepara ahora una nueva novela que se aleja de su ciclo rojo: el
amor.
A lo largo de su carrera, Alexievich ha recibido
múltiples galardones, como el mencionado Premio de la Paz de los
libreros alemanes (2013), el Premio del Círculo de Críticos de Estados
Unidos (2005), el premio Kurt Tucholsky al «coraje y dignidad en la escritura»,
el Andrei Sinyavsky a «la nobleza en la literatura», el ruso independiente
«Triunfo», el Leipzig «a la mutua comprensión europea», el Premio Médicis
francés o el National Book Critics Circle Prize de Nueva York.
La flamante Nóbel de Literatura es, además, Oficial de las Artes y las
Letras de la República Francesa.
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EL PAÍS, 9 OCT 2015
La bielorrusa
Svetlana Alexiévich, premio Nóbel de Literatura
Escritora y
periodista, ha sido elegida por la Academia Sueca
La escritora bielorrusa Svetlana Alexiévich,
de 67 años, es la ganadora del Premio Nobel de
Literatura 2015. El dictamen de la Academia sueca destaca "sus
escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro
tiempo". Escritora y periodista, ha retratado en lengua rusa la realidad y
el drama de gran parte de la población de la antigua URSS, así como de los
sufrimientos de Chernóbil, la guerra de Afganistán y los conflictos del
presente. Es muy crítica con el Gobierno bielorruso. "Respeto el mundo
ruso de la literatura y la ciencia, pero no el mundo ruso de Stalin y
Putin", ha dicho la autora en una rueda de prensa en Minsk, tras el
anuncio del galardón.
Nacida en Ucrania, hija de un militar soviético,
de origen bielorruso. Cuando su padre se retiró del Ejército, la familia se
estableció en Bielorrusia y allí ella estudió periodismo en la Universidad de
Minsk y trabajó en distintos medios de comunicación. Se dio a conocer con La
guerra no tiene rostro de mujer, una obra que finalizó en 1983 pero que,
por cuestionar clichés sobre el heroísmo soviético y por su crudeza, solo llegó
a ser publicada dos años más tarde gracias al proceso de reformas conocido por
la perestroika. El estreno de la versión teatral de aquella crónica descarnada
en el teatro de la Taganka de Moscú, en 1985, marcó un hito en la apertura
iniciada por el dirigente soviético Mijaíl Gorbachov.
Muy influida por el
escritor Alés Adamóvich, al que considera su maestro, Alexiévich aborda sus
temas con técnica de montaje documental. Su especialidad es dejar fluir las
voces -monólogos y corales- en torno a las experiencias del "hombre
rojo" o el "homo sovieticus" y también postsoviético. La obra
de Alexiévich gira en torno a la Unión Soviética para descomponer este
concepto en destinos individuales y compartidos y, sobre todo, en tragedias
concretas. Alexiévich se mueve en el terreno del drama, explora las
más terribles y desoladas vivencias y se asoma una y otra vez a la muerte. En
1989 publicó Tsinkovye Málchiki (Los chicos de cinc) sobre la
experiencia de la guerra en Afganistán. Para escribirlo se recorrió el país
entrevistando a madres de soldados que perecieron en la contienda. En 1993,
publicó Zacharovannye Smertiu (Cautivados por la muerte) sobre los
suicidios de quienes no habían podido sobrevivir al fin de la idea socialista.
En 1997, le tocó el turno a la catástrofe de la central nuclear de Chernóbil en
Voces
de Chernóbil, publicado en
castellano en 2006 por Editorial Siglo XXI, que reeditó el año pasado Penguin
Random House.
El año pasado lanzó El fin del homo
sovieticus, publicado en alemán y en ruso, y que en España editará
Acantilado, a principios de 2016. En este nuevo documento, Alexiévich se
propone "escuchar honestamente a todos los participantes del drama
socialista", dice el prólogo. Afirma la escritora que el "homo
sovieticus" sigue todavía vivo, y no es solo ruso, sino también
bielorruso, turcomano, ucraniano, kazajo... "Ahora vivimos en distintos
Estados, hablamos en distintas lenguas, pero somos inconfundibles, nos
reconocen en seguida. Todos nosotros somos hijos del socialismo", afirma,
refiriéndose a quienes son sus "vecinos por la memoria". "El
mundo ha cambiado completamente y no estábamos verdaderamente preparados",
dijo en una reciente entrevista a Le Monde. Atrapada aún en el espacio
soviético, Alexiévich indaga con angustia y sufrimiento sobre el fin de una
cultura, una civilización, unos mitos y unas esperanzas.
Crítica con el régimen
del presidente bielorruso Alexandr Lukashenko, la escritora reside la mayor
parte del tiempo en el extranjero y últimamente lo hace en Alemania, donde su
último libro ha tenido un enorme impacto.
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